“Lo que me importa es recuperar la elegancia”
Alta costura y Prêt-à-porter.
Elegancia y Austeridad. Blanco y negro. Son las características de cada prenda
creada por uno de los diseñadores más importantes de Latinoamérica: Pablo
Ramírez.
En el universo de Pablo Ramírez, no hay un lugar para los
matices. Blanco y negro es la paleta de colores que lo define como a uno de los
diseñadores más importantes del continente. Y así, sin grises fue también su
infancia en Navarro, una ciudad bonaerense que se encuentra a 100 kilómetros de
capital. Allí su obsesión por el dibujo convivió y contrasto a diario con el
taller mecánico de su padre. Si hasta dibujaba vestidos en los vidrios
empañados de los autos.
En cuanto uno pasea por los percheros de su tienda ubicada
en San Telmo, se percibe un vínculo directo entre sus diseños y los hábitos de
monjas y religiosos. Una relación que no solo descansa sobre la temática del
negro, sino también sobre las líneas simples y austeras de cada una de sus
prendas. Se trata de una estética marcada por su paso por colegios religiosos. “cuando
dibuje mi primera colección, aparecieron todas siluetas negras. No fue algo que
me hubiera propuesto, sino que salió solo, sin intención. Claramente tiene que
ver con mi educación. El hábito de una monja habla de misterio, de teatralidad,
de síntesis, de funcionalidad, pero no se agota ahí, creo que también hay algo
interesante en la idea de que es mucho más sexy
sugerir que mostrarlo todo. Hay que dejar que el otro pueda imaginar”,
asegura.
La carrera de Ramírez comenzó en 1994 con una colección de
prendas de jean presentada en un concurso organizado por “Alpargatas”, en el
que obtuvo la primera mención. Allí fue descubierto por Jean Elbaz, diseñador
de Armani Exchange, y por ello se fue a trabajar a Paris. Pero el gran salto de
su trayectoria vendría con la primera edición de la Buenos Aires Fashion Week (2001),
cuando presento “Tango”, una colección que fue reconocida y halagada por la
prensa de la moda internacional.
Tuvo como protagonista al teatro Colón. El de Ramírez fue el
desfile de cierre de la Baf Week Otoño-Invierno 2012. Inspirado por el espíritu
del lugar, el diseñador creo una colección llamada “Carmen”, haciendo
referencia a la ópera, con prendas que deslumbraron por el lujo, la elegancia,
la sofisticación y la magia.
¿Cuál es tu idea de
belleza cuando diseñas?
Lo que me importa es recuperar la elegancia. Creo que la belleza
tiene que ver con la armonía. Se trata de encontrar la forma de mejorar el
cuerpo para que se vea más estilizado. Mi principio es que la prenda debe acompañar y favorecer a la silueta. La
premisa es subrayar a la persona, que se destaque la figura. Si bien no creo en
las reglas, hay patrones que se relacionan con la armonía y con las
proporciones. Por ejemplo, acortar el torso y alargar las piernas es más estético
que hacerlo al revés. El desafío es encontrar el truco exacto, la molderia
perfecta, para que todos los cuerpos siempre se vean mejor. La persona debe
llevar el vestido no el vestido a la persona.
Todas tus prendas son
negras, ¿A qué se debe el uso único de este color?
Considero al negro como una herramienta. Primero, porque me
ayuda a no cargar las prendas con información accesoria, al no haber color, no
hay distracción, es como una sombra que destaca la figura. Y segundo porque es
un color que no tiene temporada, que nunca pasa de moda y que permite subrayar
el corte y el diseño.
Decís que querés
recuperar la elegancia, ¿Qué significa esta palabra para vos?
Para mí la elegancia está en la inteligencia, en la cultura,
en la sabiduría, en los modales. No solo se vincula con la ropa, sino con la
actitud, con la forma de hablar. Es un todo integral. El problema es que hoy la
comodidad venció a la elegancia. Y no se puede pretender estar cómodos en todos
los ámbitos. El límite debería ser el respeto. Por Ejemplo, la ropa para usar
en la playa está bien ahí, ahora, no se puede andar por la ciudad en ojotas,
musculosa y shorts. Es un código que tiene que ver con el lenguaje. Volver a la
elegancia es como volver a cuidarnos con lo que queremos transmitir con lo que
tenemos puesto.
¿Seguís tendencias
cuando diseñas?
No. La tendencia habla sobre moda. Y a mí no me interesa ir
por ese camino. La moda es muy caprichosa. No quiero que mi ropa se descarte.
Mi objetivo es diseñar prendas clásicas de excelente corte y de buena calidad
que duren mucho tiempo, que sean comodines de belleza.
¿Qué es lo que
definitivamente no te gusta de la moda?
Hay algo que sucedió en la historia de la moda del siglo xx.
Fue en la década del 60, en esos años se puso de moda la juventud. Hasta los
50, las chicas a determinada edad ya se vestían como señoras, lo mismo que sucedía
con los varones cuando pasaban de usar los pantalones cortos a los largos. A mí
me parece que esto está muy bien. El problema que tenemos hoy es que nadie
quiere ser grande. Las mujeres grandes se visten como niñas, y eso queda mal.
Es muy cruel imponer juventud como referente de belleza, porque no es real,
porque no se puede ser joven todo el tiempo, es ridículo.
A la hora de la confección
¿Cuáles son tus telas preferidas?
A mí me interesan los géneros de calidad, los que perduran
en el tiempo, y tienen buena caída: El algodón, el poplín, las lanas puras, la
seda natural. Así como me acoto con el color, también prefiero acotarme con los
géneros. Solo suelo tener cuatro o cinco telas excelentes y las aprovecho.
¿Qué es lo que más te
gusta de tu trabajo?
La situación de pensar algo, de dibujarlo y que eso después se
haga realidad. No deja de asombrarme el hecho de que algo que estaba en un
papel pueda adquirir materialidad y cobrar vida.