sábado, 12 de julio de 2014

Entrevista a Pablo Ramírez

 

“Lo que me importa es recuperar la elegancia”

Alta costura y Prêt-à-porter. Elegancia y Austeridad. Blanco y negro. Son las características de cada prenda creada por uno de los diseñadores más importantes de Latinoamérica: Pablo Ramírez.

                                                                                                                                         
En el universo de Pablo Ramírez, no hay un lugar para los matices. Blanco y negro es la paleta de colores que lo define como a uno de los diseñadores más importantes del continente. Y así, sin grises fue también su infancia en Navarro, una ciudad bonaerense que se encuentra a 100 kilómetros de capital. Allí su obsesión por el dibujo convivió y contrasto a diario con el taller mecánico de su padre. Si hasta dibujaba vestidos en los vidrios empañados de los autos.

En cuanto uno pasea por los percheros de su tienda ubicada en San Telmo, se percibe un vínculo directo entre sus diseños y los hábitos de monjas y religiosos. Una relación que no solo descansa sobre la temática del negro, sino también sobre las líneas simples y austeras de cada una de sus prendas. Se trata de una estética marcada por su paso por colegios religiosos. “cuando dibuje mi primera colección, aparecieron todas siluetas negras. No fue algo que me hubiera propuesto, sino que salió solo, sin intención. Claramente tiene que ver con mi educación. El hábito de una monja habla de misterio, de teatralidad, de síntesis, de funcionalidad, pero no se agota ahí, creo que también hay algo interesante en la idea de que es mucho más sexy sugerir que mostrarlo todo. Hay que dejar que el otro pueda imaginar”, asegura.

La carrera de Ramírez comenzó en 1994 con una colección de prendas de jean presentada en un concurso organizado por “Alpargatas”, en el que obtuvo la primera mención. Allí fue descubierto por Jean Elbaz, diseñador de Armani Exchange, y por ello se fue a trabajar a Paris. Pero el gran salto de su trayectoria vendría con la primera edición de la Buenos Aires Fashion Week (2001), cuando presento “Tango”, una colección que fue reconocida y halagada por la prensa de la moda internacional.



Tuvo como protagonista al teatro Colón. El de Ramírez fue el desfile de cierre de la Baf Week Otoño-Invierno 2012. Inspirado por el espíritu del lugar, el diseñador creo una colección llamada “Carmen”, haciendo referencia a la ópera, con prendas que deslumbraron por el lujo, la elegancia, la sofisticación y la magia.

¿Cuál es tu idea de belleza cuando diseñas?
Lo que me importa es recuperar la elegancia. Creo que la belleza tiene que ver con la armonía. Se trata de encontrar la forma de mejorar el cuerpo para que se vea más estilizado. Mi principio es que la prenda  debe acompañar y favorecer a la silueta. La premisa es subrayar a la persona, que se destaque la figura. Si bien no creo en las reglas, hay patrones que se relacionan con la armonía y con las proporciones. Por ejemplo, acortar el torso y alargar las piernas es más estético que hacerlo al revés. El desafío es encontrar el truco exacto, la molderia perfecta, para que todos los cuerpos siempre se vean mejor. La persona debe llevar el vestido no el vestido a la persona.

Todas tus prendas son negras, ¿A qué se debe el uso único de este color?
Considero al negro como una herramienta. Primero, porque me ayuda a no cargar las prendas con información accesoria, al no haber color, no hay distracción, es como una sombra que destaca la figura. Y segundo porque es un color que no tiene temporada, que nunca pasa de moda y que permite subrayar el corte y el diseño.

Decís que querés recuperar la elegancia, ¿Qué significa esta palabra para vos?
Para mí la elegancia está en la inteligencia, en la cultura, en la sabiduría, en los modales. No solo se vincula con la ropa, sino con la actitud, con la forma de hablar. Es un todo integral. El problema es que hoy la comodidad venció a la elegancia. Y no se puede pretender estar cómodos en todos los ámbitos. El límite debería ser el respeto. Por Ejemplo, la ropa para usar en la playa está bien ahí, ahora, no se puede andar por la ciudad en ojotas, musculosa y shorts. Es un código que tiene que ver con el lenguaje. Volver a la elegancia es como volver a cuidarnos con lo que queremos transmitir con lo que tenemos puesto.

¿Seguís tendencias cuando diseñas?
No. La tendencia habla sobre moda. Y a mí no me interesa ir por ese camino. La moda es muy caprichosa. No quiero que mi ropa se descarte. Mi objetivo es diseñar prendas clásicas de excelente corte y de buena calidad que duren mucho tiempo, que sean comodines de belleza.

¿Qué es lo que definitivamente no te gusta de la moda?
Hay algo que sucedió en la historia de la moda del siglo xx. Fue en la década del 60, en esos años se puso de moda la juventud. Hasta los 50, las chicas a determinada edad ya se vestían como señoras, lo mismo que sucedía con los varones cuando pasaban de usar los pantalones cortos a los largos. A mí me parece que esto está muy bien. El problema que tenemos hoy es que nadie quiere ser grande. Las mujeres grandes se visten como niñas, y eso queda mal. Es muy cruel imponer juventud como referente de belleza, porque no es real, porque no se puede ser joven todo el tiempo, es ridículo.

A la hora de la confección ¿Cuáles son tus telas preferidas?
A mí me interesan los géneros de calidad, los que perduran en el tiempo, y tienen buena caída: El algodón, el poplín, las lanas puras, la seda natural. Así como me acoto con el color, también prefiero acotarme con los géneros. Solo suelo tener cuatro o cinco telas excelentes y las aprovecho.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

La situación de pensar algo, de dibujarlo y que eso después se haga realidad. No deja de asombrarme el hecho de que algo que estaba en un papel pueda adquirir materialidad y cobrar vida.


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